Los memes no son de nadie y son de todos a la vez. Coinciden en esto tres cuentas “memeras” consultadas por NOTICIAS, un politólogo y una investigadora del Conicet. En un contexto de grietas y fragmentación ideológica, los memes siguen calzando a la perfección con la definición de gen cultural que el biólogo ateo Richard Dawkins dio: una unidad teórica de información que viaja de individuo en individuo, de generación en generación, y que puede mutar a lo largo del tiempo. Aunque de seguro el científico no esperaba que su teoría sobre transmisión cultural terminase nombrando a uno de los fenómenos más masivos de internet.
Alberto Fernández y los barcos
El furcio del Presidente detonó una exorbitante catarata de memes que replicaron personas de todo el abanico ideológico. Para Cora Gamarnik, doctora en Ciencas Sociales, “el meme es un signo de época. Una forma sintética, en épocas de poca lectura y falta de tiempo, que permite participar en la arena de discusión del tema que sea”. A eso se le suma el humor: “Una forma amable de desesperación, de enfrentar el sufrimiento”. La investigadora especializada en fotoperiodismo advierte que cualquiera puede informarse a través de memes, aunque “quien quiere profundiza y quien no, solo los comparte”.
El politólogo Marcos Falcone, que suele ilustrar con memes casi todos sus tuits, plantea que “hay tanta oferta de cualquier cosa que tenés que llamar la atención, y eso se maximiza con imágenes. Una imagen de otro contexto que calza bien para decir algo sobre una cosa nueva se valora mucho. Y hace reír: en Argentina las noticias son siempre trágicas, y los memes le dan una vuelta de tuerca a eso”, asegura. Daniel Galimadi, estudiante de historia y administrador del grupo de Telegram Universidad Argentina del Meme (UAM), destaca su carácter colectivo: “Si lo hacés y no lo ve nadie más, no es un meme”, asegura. En el grupo que administra, al que considera un “repositorio o quizás hasta un museo”, no se puede hablar, responder ni enojarse si no es a través de un meme. Esa es la única regla.
¿Por qué lo hacen?
Distintas cuentas relevadas por NOTICIAS coinciden en que el motor inicial fue “divertirse”. Con el pasar del tiempo buscaron crear referencia, debate y comunidad. Casi todos sus administradores hablan desde el anonimato: priorizan la interacción de la cuenta frente a la posibilidad de convertirse en famosos o influencers. Uno de los fundadores de Eameo, el sitio más famoso en este rubro, opina que por su alcance y viralización el meme “es un medio de información” en sí mismo, y que por eso intentan “tener responsabilidad a la hora de comunicar, dado que no siempre se interpretan como uno quiere”. Quien administra @lapolíticaenmemes advierte que “todos los ámbitos pueden ser objeto de memes, pero se puede segmentar y que cada uno elija qué temas consumir y con qué producir contenido. Nosotros elegimos el nicho político porque nos gusta”.
La creadora de @memespolíticaycoso coincide en la necesidad de separar su identidad de la cuenta que administra. Dice que lo que motivó la creación del espacio fue “la relevancia que tienen los memes en este contexto de pandemia y sobre todo en un año electoral”; y aunque opina que la política y los vínculos amorosos son los temas que “más dan que hablar”, no duda en afirmar que “todo se puede resumir en un meme”. Sobre todo en momentos de encierro y aislamiento, donde a veces una sola imagen puede dar cuenta de estados de ánimo mejor que cualquier texto o audio.
El negocio del meme
Si bien se puede monetizar contenido a través de canjes, menciones o PNTs, no es el caso de quienes se dedican a “memear” con política. Algunos tuvieron ofrecimientos, pero la mayoría prefiere colaboración de sus usuarios a través de Apps como “Cafecito”. Un poco, quizá, para mantener la independencia. El contenido de @Lapoliticaenmemes es sobre “el poder en general” y “no hay nadie que se salve: del Presidente para abajo, entran todos”. Así las cosas, se perfila “inevitable” que los memes lleguen a esta campaña electoral: “Te pueden construir una personalidad, acercarte a la gente de modo que ningún discurso lo va a hacer. Naturalmente van a ser una herramienta de marketing”, asegura Falcone.
Los creadores o “curadores” de memes saben que hay imágenes que se compran y venden en el mercado de las criptomonedas, como la del perro “Doge” que fue adquirida en el precio récord de US$ 4 millones. Pero están tranquilos: eso no cambia nada; se pueden seguir compartiendo, modificando y mutando aún a pesar de que algún millonario sea dueño del .jpg original. “Es que cualquier contenido cultural que se transmite espontáneamente es un meme”, advierte Galimadi. “La frase ‘Menem lo hizo’ nació de la campaña y ya entonces había gente que se burlaba de eso. Ahora es un meme”, ejemplifica. Por eso los protagonistas de la “patria memera” se niegan a atribuirle propiedad a sus productos. En palabras de Gamarnik, por más marca de agua que haya, no hay plagio: “El meme no se roba porque es de todos”.