Los chigüires o como le dicen en Argentina carpinchos, no “invadieron” las calles de Nordelta en Argentina, como anunciaron los medios de comunicación. Estos roedores ya vivían ahí, mucho antes que los 40.000 habitantes que hoy conforman esta ciudad ubicada en el partido de Tigre.
El carpincho es una especie autóctona del Delta del Paraná, ecorregión conformada por un mosaico de humedales. Estos ecosistemas -esenciales para la vida en el planeta- son las reservas de agua más importante de la humanidad y el hábitat de otros mamíferos y animales, además de plantas diversas. Sin embargo los humedales no son valorados como ecosistema en sí sino por su valor en billetes lo que provocó el avance de proyectos de agricultura y ganadería, de minería (sobre todo de litio) y de la industria inmobiliaria. Estas actividades desarrollan sus negocios sobre humedales haciendo añicos su composición y sus funciones como ecosistema pero llenándose los bolsillos.
Los humedales no son solo el Delta. Los humedales ocupan el 21.5% de nuestro territorio y hace 30 años que Argentina está adherida a la Convención de Ramsar -acuerdo internacional que promueve la conservación y el uso racional de los mismos en cooperación internacional con otros países- sin embargo están desapareciendo tres veces más rápido que los bosques y a la fecha no hay ley que los ampare.
Humedales, clave para el futuro
“La Ley de Humedales pone un freno al gran despliegue de proyectos sin una previa evaluación integral de cómo afecta al ecosistema”, explicó Laura Vidal, miembro del área de campañas de Greenpeace, a Ohlalá. Esto significa que las autoridades deberán evaluar el impacto ambiental antes de que una obra se lleve adelante. Y siguió: “Según datos de Fundación Humedales, en 2018 ya habían 543 proyectos registrados, entre los que estaban en construcción y los que estaban por hacerse en el Delta. Eso tiene demasiado impacto en el ecosistema. La Ley de Humedales restringiría esta intervención y es por eso también que no avanza porque preservar los humedales está siendo visto como una amenaza para proyectos económicos, no solo de urbanismos sino también agropecuario”.
Esta ley contempla además la realización de un inventario nacional de humedales y un ordenamiento donde se incluyen zonas amarillas y rojas. Las áreas amarillas permiten pequeñas actividades sustentables sobre los humedales y las rojas prohíben todo tipo de actividad económica y la dotación de recursos al poder ejecutivo para la correcta aplicación de la normativa. Además “incluye la figura de delito penal -con multas significativas- para que no se pueda avanzar mediante incendios o endicamientos y terraplenes como viene ocurriendo desde hace varias décadas”, completó Laura Vidal.
El humedal previo a la construcción de las urbanizaciones era el hábitat natural no solo del carpincho sino también de la avifauna del lugar, de anfibios, reptiles y otros especímenes silvestres. Cuando este barrio avanzó se modificó drásticamente este ambiente y ante esto pueden ocurrir dos cosas: las especies se extinguen localmente o se adaptan y tratan de sobrevivir de alguna manera, como es el caso del carpincho que se volvió muy visible porque se mueven en grupo y es inevitable no verlos mientras pasean por las calles y parques.